El pasado sábado día 07 de julio se celebró la tercera edición de la
VIPXTREM. Tan atractiva y dura como siempre. De verdad, que gran prueba. Sólo tenéis que acercaros a Vimbodí o
Poblet y ver los pedazos de montañas que
se alzan majestuosas. Una curiosidad: el nombre de VIPXTREM precisamente viene de las iniciales de estas dos
localidades “Vimbodi i Poblet”.
Antes de continuar quiero felicitar a la organización y voluntariado por que
cada año lo hacen mejor. De verdad, enhorabuena y gracias por liarnos en esta aventura.
El recorrido de la VIPXTREM es exigente y cada año se introducen cambios. En esta
edición había algo más de senderos que en la edición pasada y un poco menos de
distancia. El nivel de dificultad de los senderos yo lo calificaría de
medio-alto. Tienen detalles técnicos que se necesitan ciertas dosis de sangre
fría y de pericia. Yo estas dificultades las salvo con elegancia: bajando de la
bici; no os vayáis a pensar. Aunque este año estoy contento porque he sido
capaz de hacer algún pequeño pinito.
El resto del recorrido discurre por caminos y pistas en general muy
pedregosos. Es una montaña bella pero “ferestec”. No hay descanso ni subiendo ni
bajando. Aún me sorprende que las bicis aguanten tal castigo, en especial en las
largas, empinadas y pedregosas bajadas. Es bastante habitual que se produzcan pinchazos
y algún otro tipo de percance mecánicos. Ya sabemos todos que a las piedras les
encantan las punteras del cuadro.
El perfil muy parecido a la edición pasada. Aquí lo tenéis, cinco “puertos” a cual más duro:
El peor de todos es el cuarto puerto. En la edición pasada ya tuve el
privilegio de sufrirlo. Después del avituallamiento situado en Farena, un
rápido descenso por carretera te lleva directo al matadero. Un desvío a la
izquierda te deja a los pies de un camino con una pendiente entre dura y muy dura tirando a durísima.
Afortunadamente el camino está asfaltado hasta el avituallamiento 7. Pero aún
así el desnivel lo convierte en exigente. A partir del avituallamiento 7 la ascensión continúa por pista de tierra. Se
hace pesada y cansina. Se van combinando tramos de fuerte pendiente con algún
pequeño descanso.
Y el último puerto también se las trae y es un calco del año pasado.
Del avituallamiento 9 al 10…uf… La cosa es pestosilla. En especial el tramo
final de carretera. Luego aun quedan unos 5 km hasta coronar. Estos kilómetros
finales discurren por pista. La pendiente
es más tendida pero aquí el cansancio acumulado puede convertirlos en
interminables.
La satisfacción que te queda al terminar una prueba de estas
características es inmensa. Sólo por eso ya vale la pena embarcarse en una
aventura de este calibre.
Y aquí estoy yo con mi tercera VIPXTREM, un año más viejo, un año más
fuerte. Encantado de la vida …
Por cierto, mientras tenga fuerzas y bici no voy a permitir que nunca se quede sin participación de los
Cebolletos. Es una gran prueba y nuestra colla ciclista ha de estar presente.
¡Saludos Cebolletos!